domingo, octubre 29, 2006

En el nombre de Welles

“En una antigua película de Chaplin, que se desarrollaba en un tranvía abarrotado, cada vez que se sube un pasajero por detrás otro tiene que bajar por delante. Una imagen parecida le venía a la mente a Pat durante los días siguientes cada vez que pensaba en Orson Welles. Welles entraba, el salía. Anteriormente nunca le habían prohibido la entrada a los estudios, pero ahora, aunque Welles estuviera en otro lugar, parecía que su enorme cuerpo, empujándole con fuerza desde la nada, impedía que Pat cruzara la puerta de entrada.
“Y ahora ¿Adónde iré?”, se decía Pat. Había trabajado en los demás estudios, pero no eran los suyos. En éstos nunca se había sentido sin trabajo, y en los recientes períodos de escasez incluso había comido muy decentemente a su costa; por ejemplo, media langosta fría procedente de una escena de La divina señorita Carstairs. También dormía a menudo en los platós, y el invierno pasado se había agenciado un elegante abrigo de la guardarropía. Orson Welles no tenía por qué impedírselo. Orson Welles y toda esa cuadrilla de esnobs no deberían haber salido nunca de Nueva York.”

- Es precisamente en uno de sus desvaríos de grandeza y potenciales arranques mitómanos que Pat Hobby, un guionista que tuvo éxito en los años veinte en el competitivo mundo cinematográfico de Hollywood, que lanza esta auto complacida reflexión en el libro: “Historias de Pat Hobby”. (Anagrama, 168 pag.)
Este tipo tan dado a pretender lo que ya no fue, es de esos empecinados que intenta llegar a fin de mes con el aliento de sus fanfarronas exterioridades, cargadas al alcohol.
Obvio, sólo la pluma tan envolvente de Francis Scott Fitzgerald (1896-1940) podría retratar una historia tan común, pero a la vez tan única.

4 comentarios:

Die Walküre dijo...

Vaya,al parecer las apariencias o el vivir de ellas ha sido y es una de las muchas cosas que sobreviven en especial en un mundo tan rápido como es el cinematográfico...
Verlo desde una perspectiva mas cercana,desde una simpleza que puede clarificar muchas cosas...
Y con estas imagenes tan encantadoras...
Cuidate mucho,
Te dejo un beso
Auf Wiedersehen!

Die Walküre dijo...

Mientras leía,pensaba en aquel texto escondido,en un estante quizá con muchos otros...el silencio de la quietud y la insaciable sensación de búsqueda...donde algunas palabras se cruzan y se suspenden en susurros crípticos,llamativos...
¿Será quizá sólo la sensación de un aliento vespertino?
Auf Wiedersehen!

Enzo Antonio dijo...

Más que un desafío profesional o ganas de indagar en una nueva disciplina artística, varios escritores y dramaturgos, se volcaron al cine como guionistas porque les brindaba solvencia económica. Ninguno consolidó una carrera como guionista. Fitzgerald es el que estuvo más cerca, lo que graficó con una irónica visión sobre el medio en la notable serie de relatos sobre el malogrado guionista Pat Hobby. Para la mayoría, sin embargo, sus libretos ni siquiera llegaron a la pantalla. ¿La razón?. Pienso que los guiones no son nada parecidos a la literatura y los escritores no son necesariamente los más calificados para escribirlos.
Saludos un abrazo.

Alfredo Sepúlveda dijo...

Bien impresionante tu melomanía. Trataré de visitar seguido tu blog.