martes, agosto 30, 2005

El Extraño del Pelo Largo y sus 2 Minutos de Vigor

Mientras escribo las siguientes líneas, escucho de fondo el vitaminizado compacto “Loco Live” de The Ramones y leo sobre el nuevo micro museo que abrirá sus puertas en Berlín, exponiendo las “reliquias” de los pantalones del guitarrista Johnny Ramone, entre otros tantos recuerdos.
Los punzantes riff de guitarra y sus breves descargas interpretativas que se siguen perpetuando, me hacen recordar las dos privilegiadas oportunidades que pude verlos tocar en Santiago. Debo de reconocer que nunca fui un fanático del
grupo, pero siempre el directo mensaje emanado por una de las más reconocida banda contestataria, trascendió en mi mente. Quizás por esa razón, cuando me enteré de la muerte del vocalista Joey Ramone, mi espíritu se inundó con una extraña sensación de tristeza. Inconscientemente, en mi sensorial “disco duro” surgió esa particular imagen que exteriorizaba el larguirucho cantante que popularizó el combativo grito del Hey ho, let's go!. Porque su desordenada y prolongada melena, los inseparables anteojos y la batalladora casaca de cuero, se trasformaron en un referente del Rock de todos los tiempos.
Pero, su legado fue más sólido que una escueta estampa visual. Aunque se caracterizó por ser un torpe instrumentista, la vocalización de Joey se sustentaba con los delirios de una generación disconforme. Desde 1974,
cuatro jóvenes neoyorquinos que jugaban de local en el ya mítico CBGB’s, intentaron aportar una cuota de diversidad. Y eso, permaneció en el trascurso de la ascendente carrera de Los Ramones. Argumentar la validez del lugar que deben ocupar estos cuadros pistoleros del guitarreo adrenalínico, en la intangible enciclopedia musical contemporánea, sería innecesario. Para eso, más placentero es sentarse frente a un equipo de audio y colocar una producción de ellos.“Rocket to Rusia” y “Road to Ruin” son indispensable discos nacidos en la década de los setenta. Allí las dosis desmedida de penetrador “Surf Punk”, con todas los guiños provenientes desde el sucio sonido de The Stooges hasta al californiano Rock emanado por Beach Boys, en su estado más refrescantemente disponibles se materializan a cabalidad. “Si tu crees en los milagros”, título de uno de sus pocos éxitos masivo, conlleva a una sensitiva reflexión sobre la respectiva partida de Joey y el lógico cese de la agrupación:
¡Hasta la vista, flaco!

lunes, agosto 29, 2005

Aló, ¿Nadie responde?

¿Tendrá sentido el escuchar cuando azota raudamente la lluvia, con la respectiva música de fondo, mientras otros la detestan con afectivo clamor?. ¿Será necesario cobijarse en un piso 17, encapsulados en las comodidades que están presentes ya, cuando allá afuera el golpe del agua arrasa a quién no este bien parado?.
¿Alguien reparará en el fantasmal “aporte” de esas grandilocuentes empresas privadas que pasan por el costado, silbando, mirando hacia la otra acera y haciéndose los locos?. Diciendo, como la mayoría, ese problema social no es mío...

¿Habrá justificación razonable para seguir recolectando artículos o crónicas olvidadas, que en su momento fueron desechados por algunos profesores y tachados de poco contingentes, en esta autodenominada guarida virtual?.
¿Será provechoso deambular imaginativamente, pasando por Providencia con Manuel Montt y visualizar a
Enrique Lihn leyendo algún escrito?.
¿Esquizofrenia visual en sus primeras etapas, continuación del mito que emanan muchos literatos o pretensión megalómana de un escritor mal parido que se esconde acá?.

Quizás, aventurando juicio, son alucinaciones imprecisas y producto de la edad, que no deben ser consideradas tan de buenas a primeras. O mucho pinponeo de mail con Die Walkure.

miércoles, agosto 24, 2005


Clan Of Xymox: Cuando Los Tulipanes Se Colorean De Oscuridad

Era la noche del 17 de Diciembre de 1999...
Unos mal diseñados afiches, anunciaban tibiamente la primera presentación del grupo europeo Clan Of Xymox en Chile. Incluso no faltaron quienes, por la escasa difusión del concierto, subvaloraron dicha tocata. Para variar, y haciendo honores a la patética ignorancia periodística, la prensa nacional omitió todo. Salvo una alcantarillesca excepción...
Sin embargo
Ronny Moorings y compañía, frente a la audiencia totalmente cautivada en Blondie, volcaban esa sincera emotividad de sus refinadas melodías. Después de la larga espera, frente a nuestros ojos, estaban ellos. Simples, directos y elegantes.
Desde Ámsterdam y con el apoyo del reconocido
sello 4AD, estos muchachos patentaron en los ochentas, un sonido muy característico. Porque ya en su primera placa, de nombre homónima, evidenciaron rescatable guiños electrónicos. Luego serían incluidos en un trascendente compilado, editado por la antes mencionada casa discográfica. "Muscoviet musquito" fue uno de los tracks destacados del compendio "Lonely is an eyesore", que representó abrirles nuevas puertas de difusión.
Aunque las temáticas nihilistas se harían presente en el connotado álbum
“Medusa”, lanzado al mercado en 1987. En él, los matices electro dark condimentan pasajes retrospectivos e intimistas. Y es precisamente en ese periodo, que el reconocimiento masivo se cruza en la carrera de la banda. Así firman contrato con una etiqueta subsidiaria de Polygram, dejando 4AD.
Quizás aconsejados por las estrategias de Marketing, el conjunto reduce su nombre a Xymox. En este contexto su tercera producción, "Twist of Shadows", logra posicionar a unos delicados holandeses en el mercado norteamericano. La posterior década de los noventas significó el deambular por un periodo de renovador crecimiento. "Phoenix", "Metamorphosis" y "Headclouds" son las siguientes aventurillas discográfica, que fueron intentos incomprendidos o no tan destacados en la crítica especializada.No obstante, con el respaldo de Tess Records, Ronny vuelve a rebautizar su proyecto. Y desde las cenizas e inspirados en un libro del pintor surrealista Salvador Dalí, Los Clan regresaron para entregar su séptima propuesta: "Hidden Faces".
La historia siguiente nos resulta más cercana.Gracias a la gira promocional de "Creatures", visitaron Latinoamérica y se hicieron más reconocidos por estas latitudes.
México, Argentina y Chile fueron desembarcos obligados del cuarteto que ya, en ese entonces, lideraba la nueva camada de quienes palidecen con real existencialismo en la periferia del Dark Electrónico.

domingo, agosto 21, 2005

Miradas van, Miradas vienen...

A mediados de los años noventas, Julie Delpy encarnó la sensitivamente encantadora Celine, en el alabado film independiente “Antes del amanecer”. E interpretando ese papel, nacido del emotivo mundillo creativo del director norteamericano Richard Linklater, esta delgada actriz francesa dio rienda suelta a aquella imagen de la sonriente niña-mujer, que lo envuelve todo y acapara suspiros por mil. La que observa concentradamente por medio de la ventana del nostálgico tren y pronuncia las palabras necesarias. Sin más, sin menos. Sin maliciosa conciencia de lo que hace, los diálogos más adictivos nacen en sus delgados labios, que tanto parece admirar Jesse.
Porque cuando alguien esconde un trasfondo de tantos reconfortantes intereses, guardados para quienes si los valoran de verdad, se aprecia ciertamente la escasez del concepto “tiempo”.
Los códigos no lingüísticos que se prestan a la complicidad de ambos, las miradas nerviosillas y delatantes, se impregnan en una producción cinematográfica alejada de pomposos elementos adicionales.
Basta con las extensas caminatas que sirven para explorarse mutuamente, el silencio bien entendido y las calles de cualquier ciudad. ¿Importa que sea
Viena o París?
Así de categórico. Ya que en definitiva, esos mínimos hilos narrativos se trasforman en el alucinante telón de fondo, de un argumento demasiado sencillo. La de conocer a una persona para luego reencontrase. La de revalorizar el verdadero sentido del espontáneo y andante diálogo.
Sí. Puede parecer que tanta frase sustentada en ensoñaciones mal logradas, hacia una pareja tan empalagosa como la de
Celine y Jesse, no tiene mayor validez. O que toda la trama de cualquiera de las dos realizaciones filmadas por Linklater, es demasiada idealizada y celestialmente irreal.
Pero cuando las texturas de la enorme pantalla del cine se trasforma en tan cercana, sensibilizándote sin razonamiento tan concretos,
vale la pena apostar por las
“cursilerías de historias románticas”. Sí alguien incomprensiblemente se topa con Celine o por esas casualidades no tan casuales la conoce, no dude en darle mi mail y comentarle la existencia de este texto.

sábado, agosto 13, 2005


Taxi Para Cinco

Director de culto, independiente, inclasificable.
Las siguientes líneas podrían estar plagadas de adjetivos tan llamativos, similares a esos, si de
Jim Jarmusch se escribiese. Pero más allá del condescendiente lugar común, este albino director cinematográfico dio el paso al costado del mundanal circuito y se internó en las eternas incomunicaciones de sus personajes, en plena década de los ochentas. Sin importarle que, en un comienzo, las miradas adversas de la “crítica especializada” cruzarán a la vereda del frío recibimiento.
Porque desde sus primarias pinceladas en
“Stranger than paradise”, el matiz tragicómico de las historias y el lejano contrapunto narrativo ha caracterizado parte de su extensa filmografía.
Aunque a lo largo de cinco historias aparentemente inconexas entre ellas, graficadas en la película
“Night on Earth” de 1991, Jarmusch soltó la mano y revalidó que los urbanos viajes en taxi, tenían mucho que decir.
La menuda chica conductora que rechaza el ofrecimiento laboral de una productora audiovisual o el fallecimiento del escandalizado sacerdote al escuchar las aberraciones sexuales confesadas por el chofer, se enmarcan en un remozado tono de comedia negra. Todo fundido en aquel tiempo descriptivo, reposado y un tanto lúgubre, que posteriormente en
“Dead Man” se enfatizaría más aún.

Dios los Cría y el Diablo los Junta


El espontáneo guiño de Jim Jarmusch, digno del más visceral fans de Neil Young, se concretó en 1997 cuando el cineasta estadounidense filmó el documental: “Year of the horse”.
En esta realización audiovisual, se compilan imágenes de hace veinte años atrás, agregándole recientes declaraciones de los músicos de
The Crazy Horse.
Sin embargo, la productiva dupla
Jarmusch y Young ya hacían de las suyas con anterioridad. Fue en el contexto de la banda sonora del
atípico western
“Dead Man”, en donde el guitarresco músico canadiense traduce en ambientales riffs las desventuras vividas por William Blake.
Como para afianzar más la vieja teoría de la sincronía mágica, de quienes “miran torcido” y buscan generosamente a sus pares, en términos artísticos, con el objetivo de seguir retro alimentándose.

viernes, agosto 05, 2005

De Atrás Pica Dylan

Desempolvado de aquel espacio menos vistoso del energético “baúl de los recuerdos”, el cual está estratégicamente situado en un ático muy introspectivo, emerge una reactiva producción musical.
Encandilando por resguardar la instantánea histórica, el disco doble editado bajo el simplista título de “
Live 1966", perpetua al Bob Dylan más ecléctico o dúctil.
Después de profundizar instintivamente por los recónditos oleajes de la metáfora paranoica, ser el símil sonoro del alucinado
Dylan Thomas y trasformar a su guitarresca aliada en bandera de protesta por el entonces belicismo reinante; Dylan se presenta en el Free Trade Hall de Manchester. Pese a que por largos años, se aseguró que dicho concierto había tenido lugar en tierras londinenses.
Parece que en esos tiempos era necesario darse un gustito y cómo antojadizo creador, este multidisciplinario cantante transitaba entre dos callejones: la acústica idealista del Folk más visceral y el ruido opresor que tomaba repentino protagonismo.
Así los Hawks se trasformaron en los ideales secuaces de la estridente experimentación, haciendo enroscar la nariz a la fanaticada más enraizadas en la imagen persevera del Dylan acústico.
“Just Like A Woman” y “Baby, Let Me Follow You Down” son canciones para enfatizar que la insistente búsqueda por encontrarse asimismo, desterrarse de ataduras externas o prejuiciosas, debe de conjugarse obsesivamente en el sin sentido de un artista.
Que con el sólo ejercicio de rescatar las voces intimistas, provenientes de quien sabe donde, los músicos continúan en la eterna carrera del legado.
Y aunque cualquier decaimiento se sienta tormentoso, los metros adicionales siempre son primordiales.
Lo mejor de todo, con sus pasos en falsos o caídas que el propio Dylan también ha experimentado, que las ganas de más permanezcan intactas.
Porque debe de ser muy reconfortante, el mirar hacia delante y darse cuenta que se fue capaz de entregar la posta, al venidero innovador que la merece y decir, simplemente:
“¡Lo logré!”.