viernes, diciembre 29, 2006

Nos Siguen Pegando Abajo


Cuando todo debería de estar bien y las preocupaciones básicas están resultas. Las que se entienden por ellas, claro es.
Cuando llamas y del otro lado, el tono más de contención se ha ido perdiendo. Es que las llamadas telefónicas de “saber cómo estás” ya pierden eficacia...
Cuando una ciudad ajena y fría,
está dispuesta a ti.
Una ciudad que deseas que se trasformará en un paisaje conocido, más vivo, más locuaz con el pedazo de historia que te toca vivir.
Es que a los 50 años, las dudas ya tendrían que ser
algo del pasado.
De pretérito.
Tendría que ser.

martes, diciembre 26, 2006

Tres Años (¿Sólo?) de Ronroneos

Existen, de eso deben dar evidencia los psicoanalistas, diversas formas de enfrentar un fracaso matrimonial.
Desde quienes optan por hacerse “los locos” y procuran rehuir dicho atormentado proceso personal, hasta aquellos que extraen sus “trascendentales conclusiones” de introspección, al respecto.
Y sí la idea es lanzar una verborrea escrita cercana a la más pura catarsis, bajo el papel tapiz de una rítmica novela, los resultados pueden llegar a ser convenientes incluso para el visionario bolsillo del autor.
El escritor francés Frédéric Beigbeder va por la causa testimonial, que el amor sólo dura tres años, cómo atestigua en el título de su obra.

“No das crédito a estar tan enamorado. Durante un año, la vida es una sucesión de soleadas mañanas. Te dedicas a escribir libros sobre esta cuestión. Te casas lo antes posible. El segundo año, hacéis el amor cada vez menos. Resistes la tentación de fijarte en las señoritas ligeras de ropa. El tercer año, ya no resistes la tentación. Llega el momento en que ya no puedes soportar a tu esposa, te has enamorado de otra. Recibes dos noticias. La noticia buena: tu mujer te abandona. La noticia mala: empiezas otro libro.”, argumenta el también creador de otras exitosas novelas como lo fue: “13,99 euros”.

Así sin arrugar la nariz este muy contingente literato, que proviene del mundo publicitario, lanza todo tipo de postulados no muy ortodoxos sobre la fecha de caducidad para el idealista vínculo conyugal.
¿El dato decidor?:
En su propia biografía, se acentúa su quiebre amoroso y dicen, las malas lenguas, que fue gracias a este ejercicio literario que Beigbeder terminó por cercenar dicha relación.

Sí vuestro apetito como lectores, entonces, van por los capítulos breves- sin desarrollados artilugio dramáticos- con tintes de verdaderos posteos de Blog este libro se trasformará en buena alternativa veraniega.
En cambio, sí las estructuras más técnicamente puristas son tú enganche inicial para valorar una prosa, mejor abstente. Y conste que deberías de empezar a contar cuánto tiempo ya llevas con tu actual pareja.
No vaya ser cosa que...

viernes, diciembre 22, 2006

"To Choose" película basada en un cuento de Quim Monzó


La Sensatez
por Quim Monzó

Cada vez que la mujer juiciosa se acuesta con alguien le cuenta al novio que lo ha hecho no por un ataque circunstancial de lubricidad, sino porque se ha enamorado. No es que tenga que sentirse culpable (al respecto, la mujer y su novio tienen un pacto de lo más claro y elástico), pero si cuando se acuesta con alguien remarca que lo hace enamorada, es como si se sintiese más limpia. En cambio, cada vez que su novio se enrolla con alguien, la mujer considera que lo hace por pura lubricidad, y eso la irrita.
No es que se ponga celosa. No. No es celosa en absoluto. Simplemente le molesta que su novio sea tan vulgar, tan carnal. El novio sí que se pone celoso cuando sabe que ella se acuesta con otro. Pero son celos comprensibles: porque ella se enamora. Y si la persona con la cual (más o menos elástico) tienes un pacto de convivencia se enamora de otro, es lógico tener celos.
¿Qué escala aplica la mujer para decidir que sus asuntos de cama son producto del amor y los del novio de la lujuria? El novio dice que una escala muy sencilla: que ella es ella misma (y por lo tanto se lo justifica todo) y él no sólo no es ella, sino que es hombre, con la carga histórica que eso comporta.
La mujer lo niega, aunque los años le hayan enseñado que, en general, los hombres y mujeres se comportan de manera diferente. Pero no lo dice porque, aunque es una creencia sobre la cual tiene cada vez menos dudas, es generalizadora. Y siempre hay excepciones, aunque nunca se ha visto tan cerca de reconocer que la frase hecha que asegura que todos los hombres son iguales, aún siendo tópica (y por lo tanto repugnante) es, cuando menos parcialmente, cierta: quizá no todos, pero la inmensa mayoría de los hombres sí que son iguales.
La mujer juiciosa sabe de qué habla: se ha enamorado de muchos, y todos, indefectiblemente y por mucho que lo adornen, en el fondo ligan con ella llevados por la lubricidad. Lubricidad a la cual ella cede a menudo porque (es forzoso reconocerlo) desde muy pequeña ha sido terriblemente enamoradiza y el amor la embriaga dé tal manera que no bien un hombre le pasa el brazo por los hombros, le besa el lóbulo de la oreja y le pone la mano entre las piernas, por más que abra la boca para decir que no, nunca le dice el no siempre dice que sí.

-Sí lees al escritor catalán Quim Monzó, por momentos piensas que el tipo te está tomando el pelo. Sí, inclusive, te lo tomas muy en serio quedarás con la sensación que sus breves relatos ya los has escuchado muchas veces.
Miles de veces.
Pero, claro con sus pasajes desvariados y sus giros algunos alocados la cuestión no es tan simple. Es que para este literato que provoca hasta las pasiones más visceralmente bajas, al ser acusado de descarado plagio en algunos de sus artículos periodísticos, las historias más comunes pueden ser reorientadas hacia lo particular y grotesco.
Y el tipo, en eso se “maneja”.
El cuento que arriba está citado, pertenece a la antología “El porqué de las Cosas”, editado bajo el alero de Anagrama.

lunes, diciembre 18, 2006

Little 15


Qué la linda niña de tus ojos, ahora en la “peligrosa” etapa de la adolescencia, te confiese que las caricias con su pueril pololo pasan a mayores, podría ser una sana muestra de plena confianza. Total, piensas relajadamente, es un proceso natural. Y quién mejor que tú, para saber de aquello.
Qué esa niña a la cual cobijaste hace más de quince años entre tus brazos, esté diciendo que ya ha probado drogas y admite su interés por el cigarro, te resulta algo confuso. Pero, bueno habrá que reaccionar y aplicar ese juicioso ¿criterio paternal? que siempre debería de estar.
¿Cómo y dónde?. Ese es el dilema.
Sin embargo, que la muy perla ande patiperreando pa’ arriba y abajo con una nueva edición del álbum “Horses” de Patti Smith. Que canturree desafinadamente "Because The Night" y se esmere “bajando info” de aquella desgarbada poetiza hecha al andar en su adoptivo New York, es para preguntarse: “¡Qué hice de bien!”...
Sí. Porque se debería de premiar que un joven oído comience degustando tales controversiales melodías, de comienzos de los setentas, entre tanta popería de mala monta que anda publicitadamente por allí.
“¿Y qué vendrá ahora?”, es la pregunta preguntona que azotaría, en forma persistente y natural, tu cabeza. Porque claro, tú bien iluminada tolerancia rítmica también tiene sus límites.
¿Pensará algo parecido tu regalona nenita cuando descubra y alucine con la figura iconoclasta de Diamanda Galás?.
¡Anda haciéndote el ánimo
, cabrito!.

martes, diciembre 12, 2006

"Cuando Muera" por Fiskales Ad-Hok

Del País del Nunca Jamás

Nací bajo la dictadura del, ahora extinto, General Pinochet.
Mis primeras contemplaciones televisivas sobre un gobernante más cercano, tenían cómo referencia a aquel uniformado personaje plomizo, lleno de condecoraciones llamativas, discursos enérgicos y taxativos, infundados en la vocalización golpeadora y destemplada. Un sempiterno personaje que parecía fundamentarse argumentalmente en sus mal redactados discursos, los cuales estaban entonados a la usanza de un verdadero himno marcial.
(“... 1,2,3. Vista al frente”).

Nací en un entorno sociopolítico en donde las disidencias ideológicas se llegaban a saldar de forma socarrona, sin misericordia, amparándose aquellas lapidarias decisiones en el bien superior de nuestro país.
Es más. El “sigiloso” secreto de las voces se sentía a cercanos pasos del dramático zumbido en esas caras fotografiadas en blanco y negro, clamando justicia. Rostros incólumes de hombres con patillas largas y mujeres que se encontraban a la vuelta del pasaje o comprando en el almacén de la esquina.
Siempre me inquietaron esos rostros y, cuando los recuerdos o aparecen públicamente por allí, vuelven mis viscerales escalofríos epidérmicos.

Nací y fui creciendo mirando ese magro ambiente televisivo ochentero, donde se inyectaba cuantiosos recursos económicos a los programas estelares, para así traer a artistas de “talla mayor” e evitar los diálogos contingentes y profusos que sonarían a embarazosa polémica.
Era el tiempo con la platita dulce post recesión económica, de los femeninos trajecitos azulinos (llámese dos piezas) y la instauración cómo método de transacción de las acartonadas tarjetas.
Es que frente a dicho auspicioso panorama de satisfactorias cifras macroeconómicas, el periférico canto de las ollas marginales se entendía solamente en la curva del tan institucionalizado “pago de Chile”, “¡Of Corse!”, pero, por supuesto. Caía de cajón...

Nací allí.
En un país que ya resulta lejano.
Felizmente lejano.
Ojalá que, definitivamente, resulte aún más lejano.

miércoles, diciembre 06, 2006

Camera Obscura - "Keep it Clean"

A la Vuelta
La pasaba a buscar religiosamente. Vivía cerca de mi casa. A veces, se me adelantaba y salía su mamá diciendo que ya se había ido.
Yo calculaba justo la hora. Era obsesivo en aquello.
Cuando nos íbamos caminando hacia el colegio, hablábamos tonteras. Cuestiones casuales del mismo curso. Yo, la mayoría de las veces, no sabía que decir.
Las veces que llegamos juntos y nuestros compañeros nos visualizaban, empezaban al unísono a molestarnos, diciendo
que éramos pololos.
Ella sonreía.
También lo hacía cuando le lanzaba una broma.
Ella sólo sonreía y agachaba la vista. Y en esos momentos, me percataba aún más de lo brillante de su cabello.
Se veía, envidiosamente,
bien cuidado.
Quería tocarlo, acariciarlo,
sentirlo el cómo se deslizaría en mis dedos.
Pero, era muy tímido...
Ella solamente sonreía, asentía con ese gesto tan nimio y peculiar.
Después de ese año, se cambió de colegio y no supe más de ella.
La timidez estúpida me impidió preguntar por su nuevo domicilio, a alguna profesora o compañera amiga. O de tratar de buscarla.
Me imaginé que en su nuevo colegio, encontraría a otro (u otra) para caminar junto al rumbo de, no sé dónde.
De sólo pensarlo,
me desagradaba.
Curiosa torpeza
tiene la preadolescencia.
Vaya a saber uno,
el porqué.

domingo, diciembre 03, 2006

"A la folie... Pas du tout" de Laetitia Colombani


-Sobre películas melosas y relamidas, (a su manera): “A la folie... pas du tout”, (Sólo te tengo a ti), fue el debut cinematográfico de la actriz francesa Laetitia Colombani, en la dirección. En ella, bajo el riesgo de caer en los códigos comunes de la novela amorosa por la primera parte de la película, se lanza una azulina mirada fotográfica cargada a lo minucioso que resulta de un montaje bajo una estructura dramática arriesgada.
También aprovecho de comentarles sobre Red House Painters, cuarteto de San Francisco liderado por el célebremente tristón de Mark Kozelek, quien se apropió del hábito musical de contar historias comunes y triviales en un tono bien (por decirlo así) melancólico.
El tema “Have you forgotten” es el track que abre el álbum “Songs for a Blue Guitar”, editado en 1996.