viernes, abril 27, 2007

Preludio al Junio Erosionado

Y estas acá, finalizando el primer cuarto de hora del partido y ya comienzas a empeorar. Dices que ya no puedes más, que los minutos fraguan cosas adversas y se escapan por el escaparate de al lado, cómo ya estás acostumbrada.
Te lo han hecho pensar, dulcemente con olores agrios. Y cuando hay alguien que contradice ese compuestito discurso oficialista, te entremeses y tupes enteras.
Ya no sabes que hacer, ni decir, porque esa maldita sensación curvilínea nace. Se consolida, crece fructificando lo hermoso de la instancia plena y elevada que tienen las bellas artes.
Tiene ese parpadeo a colores grandilocuentes, tenor inconexo de lo que fuiste y serás, siembra precisa del oleaje que producen las lágrimas que tanto te atosigaron.
Y digo, pongo énfasis mayor en el verbo en pasado, aunque sigues queriendo que sea en presente. En presente discontinuo, porque el mal sabor de la boca nadie suele querer sacártelo. Y es la primera vez, la mayormente que ocurre lo inverso.
Doblar a la derecha, entremés de lo que fue y podría ser, atada ya verás.
Y vienes una vez, quizás la última. Eso hasta que el nubarrón del invierno florido de junio llegue.
“The Blower's Daugther” de Damien Rice

"Y así es
Justo como dijiste que seria
La vida es “fácil” para mi
La mayoría de las veces
Y así es
La historia corta
No gloria, no amor
No hay héroes en su cielo

No puedo quitar mis ojos de ti

Y así es
Justo como dijiste que seria
Ambos nos olvidamos de la brisa
La mayoría de las veces
Y así es
El agua fría
La hija del soplador
la pupila en la negación

No puedo quitar mis ojos de

¿Dije que te detesto?
¿Dije que te deseo?
¿Dejar todo atrás?

No puedo quitar mi mente de ti"

jueves, abril 19, 2007

Asunto de Camaleones y Grandes Orquestas
Billie Holiday apenas cantó en toda su vida una canción verdaderamente buena, pero cogía esas canciones completamente mediocres y las convertía en asombrosas demostraciones de arte y de estilo. Era alguien que cogía una manzana de una cesta y la convertía en obra de arte, por muy podrida que estuviera la manzana. Porque tenía estilo. Lee Wiley fue otra gran estilista. Nunca se le dio el reconocimiento que merecía. De Billie Holiday y de Lee Wiley es de quienes Frank Sinatra aprendió a recitar la letra de una canción. Es un buen recitador”.

-Afirmaciones vertidas en el libro “Conversaciones íntimas con Truman Capote” del celebrado autor estadounidense de “A Sangre Fría”, publicado por Lawrence Grobel en 1984, sobre la prodigiosa cantante Billie Holiday y la lejana relación que mantuvo con el propio Capote.

sábado, abril 07, 2007


Rajna: El étnico grito desde el “Techo del mundo”

El rescatar las esenciales características de una cultura o civilización, ha sido el objetivo preponderante de algunos curiosos músicos. Más interesante resulta aquello, cuando estos elementos nos hacen entender un sin número de códigos tan lejanos para nuestros sentidos.Sin duda, Lisa Gerrard y Brendan Perry encaminaron sus originales pasos para retrotraernos a un mundo cautivante. Desde su primera placa homónima de 1984, la perdurable fusión del Folk Europeo y las íntimas atmósferas ancestrales, afianzaron un estilo propio y tremendamente influyente. Aunque después de la separación de Dead Can Dance, muchos “viudos” inconformes quedaron degustando otros brebajes similares esperando la venidera resurrección del aplaudido dúo australiano. Si bien “Inmortal Memory”, uno de los últimos arranques personales de nuestra introspectiva musa de la mano del clásico músico Patrick Cassidy, nos entrega un subjetivo “calmante” sonoro; nunca basta para “saciar” las ansias de más Dead Can Dance. No obstante, los franceses de Rajna quienes editaron su primera producción “Ishati” por el sello Prikosnovénie y en actualidad lo efectúan bajo el catálogo de Holy Records, se empapan con muchas de las tradicionales melodías de aquella sutil “muerte que vuelve a bailar” patentó en la segunda mitad de los 80’s. Esto no significa que ese alto grado de referencia detone el simple y vulgar “calco estilístico”. Porque más allá de cualquier aceptable guiño, la pareja creativa conformada por Jeanne Lefebure y Fabrice han revitalizado un sonido tan persuasivamente provocador. Instrumentos que pueden ser muy distantes para nuestro oído occidental, como es el Yang T’Chin o registrar su tercer disco en el Monasterio de Kyi Chú, personifican la latente preocupación por abordar temáticas tibetanas. Esos básicos principios de alcanzar “la verdadera pureza humana”, en la cuna espiritual del Lamaísmo, han sido históricamente restringida por el opresor gobierno chino. Además las controvertidas imágenes esotéricas, las cuales testifican el origen de chamanismo, evidencian la esencia del sectario budismo reinante en la aislada región.Y gracias a esa mística reaccionaria, estos artistas galos ya han publicado cincos interesantes álbumes. “Hidden temple” su última entrega, en cuya edición limitada puedes apreciar la selección de demos y versiones extraoficiales de los antiguos temas, se encarga de extrapolarnos a un viaje celestial con la utilización de una treintena de instrumentos orientales. Sin mayor consigna que adentrarnos en quejumbrosos cánticos rituales, los cuales nos llevan a contagiarnos con una tranquilizadora aura étnica.Toda esta experiencia es altamente recomendable para quienes, sin afán de elitismos mal entendido, piensan que en simples compases se puede conocer conductas y comunidades educativamente enriquecedoras.


-Sí quieres conocer, en parte, algo de Rajna observa esta presentación en vivo del dúo galo.

domingo, abril 01, 2007

Sobre (Des) Arrebatos Verdes y Pastoriles

En un rincón que parecía inhóspito, en esas plazoletas que no son muy concurridas, algo difusa, estaba sentada. Y si la tranquilidad aparente, la más expuesta, hiciera énfasis en esa fotografía que logré capturar- cárguese a la sorpresiva tarde de semana abrumado por la sobrecarga laboral- seguramente tendría cómo postal a ella.
Obcecada y grandilocuente
en la estampa temperamental por lo que quería ser, con desconexiones oportunas y contingentes, creía que el viento suave (pre otoñal de médulas escondidas) sería balsámico en su salvaguarda personal.
Se lo permita, así, creer.
Es que en los milimétricos instantes tirado a la abulia del leer un texto, la hacían calmarse. Y era natural, porque cada línea que ella arrancaba en su voz íntima le significan evaporarse del presente yo. La hacían sentirse encapsulada en las sensaciones más radicales, deambular en senderos mucho más volátiles, con preguntas que no debían tener respuestas.

La plaza estaba allí, pero sólo de excusa.
El libro bien hojeado estaba en sus manos, cuidado de sobremanera, aunque servía de trampolín. ¿Para qué?. No lo sabría precisar.
Las bancas un tanto húmedas y a mal traer eran el lev motiv acucioso que le removían la lágrima que dejaba caer.

Estaba atormentada, era notorio.
Aunque allí, la tranquilidad le decía que hacía bien el detenerse. (No parar- No atajarse- No estar).
Así comenzó a hojear unos añosos poemas que hablaban de trenes lluviosos, pueblos sureños que olían a manantial y tintos cargados. Es que siempre cuando volvía sobre aquella imagen sugerente que “Un desconocido silva en el Bosque”, sentía un tremendo remezón que la motivaba a escribir.
Y en ese ejercicio solitario yacía quieta físicamente, pese a que en la trastienda estaba “ferviente mirada”, “Adyacente pueril” y “Severa maestría del yo no fui”.
A lo lejos, sólo una palomas revoloteando le decían que era día de semana. Qué debía de guardar compostura, ser juiciosa al remangarse la manga de la blusa, aunque le irritaba con estupor lo que pensarán los demás.
Más a lo lejos que el sonar armonioso de las palomas, dádiva en los recuerdos que le sentenciaban que le arrancaron la infancia, de cuajo, sin anestesia purulenta, sin pestañeo previo. De cuajo, violentamente, de severidad que no permite ni perdona. En la pared oscura de la pieza helada, de cuajo, sin locura inocente que proyecta.
De arrancar, del significado certero, al pronunciar que el árbol se viene guarda abajo, sin decir agua va, agua viene. De baños prolongados, de risas confundidas que te hacen sentirse levemente emborrachada, en cuanto a tus emociones.
Y yo acá, cuál cronista improvisado que no debe, ni deberá perderse momento alguno. De llevarlo al papel para que el día de mañana, no el de semana, no te le olvide al hincharte la boca.
Qué no te le olvide de donde eres, menos cuantos pasos has dados, cuál será tu siguiente paraje, cuál inyectada de tenebrosidad está tu insana sensatez que dicta a que nada sigue su curso normal.
El sensato... Y vuelven los trenes que ahora quieren decirte algo.
(Mójate la cara, sal a caminar, revienta, que no sigas dormida porque así no sacas nada... Y mójate la cara, lee sobre lo que soñó o creyó soñar, dale un vistazo, deja marcada la página con una “V” en la parte superior izquierda).
Pero vuelvo a la voz fantasmagórica, del que tiende a reposar el caldo cultivo. Vuelve, se desagua, se vuelve lineal.
(Vuelve).
Cuelgas el teléfono, haces un rayón enorme en la hoja. Crees que el ir a la plaza te tranquilizo. Sonríes, te calmas, no quieres saber más.


-Ex niña bien canturrea sobre chicos líquidos. Mejor véanlos ustedes, así pasan el sinsabor de haber leído este cuento.