miércoles, julio 20, 2005

El show radial de las “Preguntas Preguntonas”. (Lo que nunca fue, pero podría llegar a ser)

En el cajón olvidado de un director radial, entre hojeados análisis del grupo objetivo comunicacional de la emisora y otras hiervas por el estilo, emergía el inclasificable proyecto de aquel sempiterno auditor. Un proyecto abortado de cuajo.
Rotulado bajo el concepto de “Inviable programa para producir”, frente a los micrófonos formales. Frente a la audiencia respetable. O llamado más debidamente, indescifrable ante el codiciado receptor, ido y volátil.
Y abusando del elástico formato de este Blog, dónde el cruce de la ficción lejana copula con la realidad transitable, se publica el programa piloto. Mejor dicho, la mal trascrita conversación con el singular primer entrevistado.
Tómese nota. Lo que no se debe hacer, al presentar un proyecto radial...
Encapsulado con evidente incomodidad frente al micrófono inquisidor, en un locutorio que lo hacía ver muy gigantesco, el hipopótamo Rozz tomando temblorosamente el manoseado libreto, sólo atinaba a preguntar:
Ehhhh... ¿Estamos al aire?- Y mirando de reojo al canchero productor, quien es reconocido en el ambiente noctámbulo como el malicioso chinito muerdealmoha, se sentía aún más presionado. Era el primer latido del decidor proyecto y la lengua estaba demasiado traposa.
Ok. Sin más que decir, la bienvenida está cursada. Estamos al aire- atinaba a salpicar en sus iniciales palabras llenas de lugares comunes.
En esta primera edición, hemos invitado al día lunes para que nos cuente sobre sus desventuras semanales. ¿Qué tal hermanito?, ¿Todo bien?.
Todo mal. Seguro que como todos, nunca te has puesto en mí lugar. Y
desde que me contactaron para esta entrevista, me imaginé que otro se había negado a venir. Porque claro, nadie comenzaría un programa con alguien así de depresivo- comenzó a explicar, con el tono del torpe alicaído, aquel abrumado entrevistado.
¿Y porqué el bajón?- atinó a preguntar el grasiento locutor.
-Adivina poh... Si todos se andan quejando, porque todos desean a los otros días y nadie a mí. Entonces cómo podría sentirme, ahh... Si basta con verle la cara cuando las personas se acuerdan del comienzo de semana y aparece mi nombre. O los malditos publicistas ociosos que me dejan mal parado, siempre asociándome a lo latoso. Si ni siquiera esos desgraciaos colocan promociones los días lunes, en los supermercados.
Ser día lunes es peor que se le aparezca el cachuo a una vieja evangélica. Con cuea, antes hacían programas en televisión haciéndome referencia. Y más encima eran más malos. Siempre lo mismo. Estoy chato. Porque me han satanizado de una forma...
Quizás tu actitud ha contribuido para...
¡En nada!- interrumpió con vehemencia, golpeando fuertemente la mesa. ¡En nada!- volvía a insistir, dejando en claro que para el hipopótamo Rozz, esta sería una conversación difícil de llevar.
Pero en esta maldita sociedad de consumo, donde el hedonismo del sábado les calienta tanto, yo estoy liquidado. Estoy frito- seguía insistiendo, moviendo su cabeza, el lunes de la mirada desencajada.
Tranquilízate, porque en nuestro “Show de las preguntas preguntonas”, si te valoramos. Mira, te tengo listo unos conceptos y tu me respondes, con lo primero que se te venga...
Antes que sigas con tu jueguito- nuevamente le interrumpía- quiero hacerte una pregunta. Este programita tuyo, ¿Qué día quieres que salga al aire?.
mmmm... habíamos pensado el domingo por la tarde- propuso con dubitativa voz Rozz, observando a su productor el chinito muerdealmoha con la cara de ¿Qué digo?.
¡Veeezzzzzz!, ¡Veeezzzz!,- aclamaba el lunes con enojo relámpago y golpeando ambos puños sobre la mesa del locutorio, al ritmo de una especie de redoble de tambores, para afianzar más, dicha frase afirmativa.
Pero, relájate. No es nada personal- decía Rozz, quien a esas alturas del partido ya sabía que la batería de preguntitas agrupadas en pauta, pasarían a mejor vida.
De repente, emergiendo de la locura misma de la escenita inmanejable, el ensartado día lunes extrajo desde el costado derecho de su pantalón, un revolver Mágnum
calibre 38 milímetro.
¡Esto se termina aquí!, ¡Ya nada tiene sentido!- gritaba apuntado hacia su cabeza, incontrolable cómo el sólo, aquel entrevistado que rayaba en la más espesa locura.
Y por su parte, desde el púlpito de la sintonía maquiavélica el chinito muerdealmoha pensaba en la penetración mediática que provocaría el sangriento acontecimiento. Primer capítulo y
portadas a mil, era la conclusión instantánea que obtenía su monetaria reflexión.
Imaginaba a centenares de
perio-idiotas faranduleros que cómo abejas a la miel, tratarían de obtener el detalle intruso. Pensaba que al ser testigo presencial del hecho, su bien cuidada barba de tres días se popularizaría en las páginas del show business criollo.
-¡Tranquilízate, tranquilízate, por favor!- suplicaba con desesperación, el hipopótamo conductor que ya sentía en sus narices ese fresco olor al estallido de la vigorosa sangre, que escurriría por las azulinas paredes del locutorio.
Al jalar el gatillo, nada sucedió. Todos quedaron congelados, esperando
lo peor. ¿El resultado?: Un golpeador sonido silencioso que contrastaba con la lógica absoluta.
¡Ni siquiera soy capaz de suicidarmeeee!- vociferaba enardecido, con la agudeza pálida de un día lunes, en el peor de sus días...
Desde el costado y encendiendo el cigarrito del consuelo abortivo, el amurrado chinito muerdealmohada meneaba su cabeza hacia los lados. Se había esfumada la portada y los quince minutos de fama, que por rebote aprovecharía. Ya los sobajeos de espalda de aquellos productores ansiosos de chimuchina masiva y la auto atribución de la creación del programa, no tenían sentido.
Era el minuto del sin sentido máximo, frente a el micrófono incómodo, que parecía presenciar todo interrogándose asimismo. Era el estéril programita fracasado, que quizás ya no merecía una segunda oportunidad. Eran los lamentos internos del hipopótamo Rozz que retumban, sin cesar, en su inconsciente caótico. Era la imagen del comunicador repentino y triste, de semblanza animalesca, demacrado hasta la médula.
Eran las buenas intenciones caídas en el camino y que finalizan, a medio morir saltando.

5 comentarios:

Carolina Moro dijo...

Hay una mezcla bizarra en su relato entre 31 minutos y algún programa de hora de almuerzo en cierto dial. Me gustaría comprimirlo más, de forma que la segunda parte se destaque por sobre la larga introducción del primero. Eso y más elementos coléricos, es muy bueno usted fabricándolos.

un beso
C. Moro

Anónimo dijo...

Se echaba de menos un relato tuyo, igual los otros anteriores datos bien precisos.
La crítica a lo chabacano que están los medios locales, con la tóxica farándula que apesta (metiendose en quién se acuesta con quien, hablando cada imbecil que ni siquiera sabe lo que quiere en la vida) fue precisa!!!
Esta muy insoportable ese ambiente, yo prefiero tomar la radio (igual no faltan las que repiten la misma tontería) y relajarme. Me llamo la atención, hacerlo asi de una forma sutil y directa, me imagino que con un programa en radio que termine con un intento de suicidio de un invitado tan loco, se polemizaria por semanas!!!!!!.

Francisca.

Anónimo dijo...

Creo que pronto sale al aire ese programa. Esta aprobado.

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

perio idiota que gran termino!!!!!!!
con ver la prensa chilena de hoy.