Unos Minutos Inductivo en Concepción. O el agote del circo de siempre

Entre los focos que demandan serenidad de las respuestas acotadas, las enjuiciadoras miradas de las preguntas preguntonas y una sintonía online que sube, todos se flotan sus manos por los resultados positivos.
“A ganado la democracia”, “Este formato es perfeccionable, pero hemos dado un paso significativo”, es la cuña servicial del instante que tiende al aglutinamiento sectorial.
En la vereda del frente, ondeando convenientemente la bandera de la clase media, el insistente candidato sigue visualizando por donde tirar los figurativos dardos. Antes era el cambio, el cosismo pragmático, la amnesia desvinculante de la historia culposa y la renovada mirada política. Ahora que la contraparte le pinponeo lo más radical, posicionar una opción femenina muy encubierta en las grises tenidas de los ellos institucionalizados, hay que recular. Cuál Chapulín de los desprotegido, acomoda la sonrisa para proyectar ser menos doctrinario o cercano a la contingencia.

Ellas, refugiadas en los colores o cortes estilísticos que más le acomodan, parecen ser aquellas eficientes alumnas de media luciéndose con su memoriona preparación de la disertación.
Incluso con lucidez analítica, saben diagnosticar los “reales problemas del Chile de hoy”. Y apelando a los lugares emotivos del mismo enjambre de años, no se atreven a lanzar las ideas de fondos. Simplemente el cálculo minucioso de donde obtener la sumatoria de votos necesarios, no permite casarse con nadie.
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Todo es tan real, que de antemano ya se sabe quienes disputaran el duelo final. Todo es siempre igual, que las promesas electorales se evaporarán en el rinconcito más sombrío del muro tapizado de buenas intenciones.
Todo es un gran circulo vicioso, que en la trastienda se saludan cómplicemente, sabiendo que seguirán en sus cúpulas de poder. Y que, en el peor de los casos, el sistema permite cogobernar con los “adversarios tan cercanos”.

Total, dicen que el hilo se tiende a cortarse por lo más delgado.