lunes, julio 30, 2007

La mala costumbre de esperar

Siempre ansiando el futuro, siempre con planes y pensando que pronto nuestra vida será mejor. Somos grandes expertos en adquirir la mala costumbre de esperar. Todo son promesas para nosotros, nos encanta esperar, nos fascina la idea de un futuro mejor. Nos pasamos la vida esperando. El mundo no anda bien, esto creemos saberlo. Nos han abandonado los dioses, se han hundido todos los valores, los políticos son corruptos y no piensan dejan de serlo, ha muerto la metafísica, ha muerto Dios y Nietzsche, hay una terrible pérdida del sentido, hemos conocido en derrumbe de los ideales y el eclipse de las ideologías, los dictadores mueren en la cama, nadie lee, vivimos en espera vana de los bárbaros que no llegan, estamos en el fin de los tiempos, todo es un desastre... Pero nos encanta esperar y confiamos en que el mundo dentro de poco mejore. Así va pasando nuestra vida. En la juventud nos revelamos un poco, luego vimos lo absurdo e inútil de esa revuelta y ahora nos gustan las tardes apacibles, que pasamos en casa esperando. Como decía Philip Larkin: “Enseguida el presente se convierte en pasado. Hasta el último instante, suponemos que todos pararán a fondear el bien en nuestra vida”. Y nos equivocamos. La vida pasa rápido y nos la pasamos esperando, sin darnos cuenta de que sólo un barco nos busca, una de velas negras y extraño.
Ese barco lleva a sus espaldas un enorme silencio sin gaviotas. Deberíamos ahora abandonar nuestras casas, dejar de esperar, mandarlo todo al diablo. ¿Acaso no sentimos alguna envidia cuando oímos decir a alguien por la calle: “Mandó todo al diablo y se largó sin más”? ¿Acaso al oír una cosa asía no aprobamos este audaz, purificante, elemental impulso? ¿Acaso no detestamos nuestro hogar, tener que estar en él esperando tiempos mejores?. Yo, por ejemplo, aborrezco mi cuarto, sus trastos especialmente elegidos, la bondad de los libros y de la chimenea, mi vida perfectamente en orden. Pero no hago nada para marcharme, me quedo en casa, voy a quedarme toda la vida esperando. Con mis jarrones, mis libros, mis hijos, mi ventana que da a la ciudad. Hasta que llegue el barco de velas negras. Cuando me vaya en él, seguiré esperando. Adquiriré una última mala costumbre: esperar un buen réquiem.

- Más allá de coincidir o no en la esencia que proyecta esta columna escrita por el literato barcelonés Enrique Vila-Matas, es innegable que el modo de expresar y proyectar directamente sus planteamientos denotan un dejo de estilo bien depurado. Eso, sin caer en darle demasiado vuelta a un asunto o tema que en manos de otro sonaría a extremadamente simplón.
Si pretenden seguir urgiendo en los trabajos más insensatamente concretos de Vila-Matas, entonces echen mano al libro “Aunque no entendamos nada”, en donde se reúnen interesantes crónicas que han sido publicados por diversos medios.Ojalá muchas escuelas de periodismo tuvieron más en cuenta estas contundentes líneas.

7 comentarios:

Die Walküre dijo...

A veces da ganas de mandar todo al diablo,de olvidarse de varias cosas y hacer vista gorda de otras...
Pero no todo siempre es tan fácil...
Y luchar y vencer esas esperas interminables también es muy satisfactorio...
Cuidate mucho
Te dejo un beso!
Auf Wiedersehen!

Anónimo dijo...

mandar todo al diablo? el trabajo?eso síIIII

c. dijo...

sí, esa maldita costumbre de esperar... me costó el último libro de V-M... y ando con el mismo disco de Nick Drake en el auto... saludos muchos y siempre "vuelvo" a tu blog, c.

Isoldita dijo...

Gran tema... creo que se vuelve simplón si ya lo tomamos como inherente, si dejamos de cuestionarnos el qué pasaría si adelantaramos un poco el curso de las cosas, o que nuevas novedades nos traería la vida si decidimos hacerle un revés a lo que nos parece destinado.
Prefiero creer que aún -en mi juventud, ajaja- sigo derribando la rutina y la espera eterna... en verdad, soy demasiado impaciente para ello, aún... veremos más adelante.
Saludos!
*.

Catalina Fernández dijo...

me gustó mucho, mucho.
"no te quedes indiferente al borde del camino"

cuantas veces nos quedamos ahí, impasivos, esperando que las cosas cambien sin ser capaces de atrevernos nosotros.
sin nosotros dar el puntapie inicial.

me demoré en darme cuenta que no era tuya!!
si bien resulta interesante leerla, lo hubiera sido aún más si se pudiera comentar con el autor...pero bueno.

puedes escribir tu algo similar.

un abrazo, gracias por el post en mi blog.

Verónica dijo...

La espera trae consigo a la ansiedad. Ese nervio de saber que nada será igual, que algo cambiará para bien o para mal. Ergo, es la vida... hay que disfrutarla.

Buen post.

Nos leemos.

Cariños miles.

Mary Rogers dijo...

Qué buen post este! De tanto pesimismo en Vila-Matas sacamos por oposición lo mejor del ser humano: la eterna búsqueda de la felicidad, una búsqueda activa y apasionada que debiera valer per se a la hora de valorar la vida.
Abrazos