Les Joyaux De La Princesse: Y su combativo sonido francés

Felizmente existe un grupo de músicos, cobijados en el placer del circuito creativo más radical, que intentan inyectar una dosis histórica a sus obras. Quizás “guardados” en ese apolillado y oscuro escaparate del corrosivo medio independiente, pero no por eso, menos trascendentales.
Aunque no necesariamente inconformes con las trivialidades que muchas actuales temáticas narran, reinando los ineludibles guitarreos sombríos y el bailable Electro Body Music, estos engendros se obsesionan con periodos decisivos de la humanidad.

Un claro ejemplo de aquello, es sin duda: Les Joyaux De La Princesse.

Este prolifero proyecto unipersonal, nacido en 1986, es mucho más que el ensimismado tormento musical de una desquiciada mente ultra nacionalista europea.
Si bien en variadas oportunidades ha recibido este peyorativo adjetivo, por parte del sector más conservador de la prensa especializada, Eric K. prosigue con esa combativa lucha reaccionaria.
Siempre aspirando a reindicar los desarraigados valores de su tierra natal, extrayendo recuerdos críticos de los conflictivos años treinta y enfatizando en el superfluo espíritu consumista del paradigma occidental, “las joyas de la princesa” personifica orgullosamente la pura esencia tradicionalista francesa.
Estos elementos se pueden concluir desde su primera producción, el descatalogado álbum “Ostenbraun”, de 1991. En dicha placa, reeditada hace algunos años por “Wold Serpent”, se relatan con sorprendente detallismo los horrores vividos por un soldado en la Segunda Guerra Mundial.
Intentando retrotraernos al sangriento Junio de 1940, fecha en la cual por graves problemas tácticos de los aliados fue facilitada la aplanadora acción de las tropas hitlerianas, se valora el dolor de una nación geográficamente dividida.
Como es trasversal en toda la elitista discografía de Les Joyaux De La Princesse, los cuidados samplers están al servicio de este sociológico e histórico ejercicio auditivo. Y esta última afirmación no suena tan descabellada, al acercarse al fiel mundo documentado de un artista nostálgico.
Sin embargo es inevitable aclarar que a lo largo del exploratorio sonido marcial y neo industrial, Eric K. también se ha interesado en otras materias. Aquellas iniciales nociones del Mitraismo, en colaboraciones con otros reconocidos músicos, revalidan el insaciable espíritu investigativo del estudioso interprete francés.
Desde ya es recomendable descubrir o, en el caso de los antiguos melómanos, retomar estos crípticos pasajes de nuestra historia contemporánea.

Porque no solamente por intermedio de amarillentas páginas, enumeradas en abultadas enciclopedias, se puede aproximar a una época. ¿Mejor y más cautivante no resulta ambientarse, sonoramente en ella?.