viernes, diciembre 22, 2006

"To Choose" película basada en un cuento de Quim Monzó


La Sensatez
por Quim Monzó

Cada vez que la mujer juiciosa se acuesta con alguien le cuenta al novio que lo ha hecho no por un ataque circunstancial de lubricidad, sino porque se ha enamorado. No es que tenga que sentirse culpable (al respecto, la mujer y su novio tienen un pacto de lo más claro y elástico), pero si cuando se acuesta con alguien remarca que lo hace enamorada, es como si se sintiese más limpia. En cambio, cada vez que su novio se enrolla con alguien, la mujer considera que lo hace por pura lubricidad, y eso la irrita.
No es que se ponga celosa. No. No es celosa en absoluto. Simplemente le molesta que su novio sea tan vulgar, tan carnal. El novio sí que se pone celoso cuando sabe que ella se acuesta con otro. Pero son celos comprensibles: porque ella se enamora. Y si la persona con la cual (más o menos elástico) tienes un pacto de convivencia se enamora de otro, es lógico tener celos.
¿Qué escala aplica la mujer para decidir que sus asuntos de cama son producto del amor y los del novio de la lujuria? El novio dice que una escala muy sencilla: que ella es ella misma (y por lo tanto se lo justifica todo) y él no sólo no es ella, sino que es hombre, con la carga histórica que eso comporta.
La mujer lo niega, aunque los años le hayan enseñado que, en general, los hombres y mujeres se comportan de manera diferente. Pero no lo dice porque, aunque es una creencia sobre la cual tiene cada vez menos dudas, es generalizadora. Y siempre hay excepciones, aunque nunca se ha visto tan cerca de reconocer que la frase hecha que asegura que todos los hombres son iguales, aún siendo tópica (y por lo tanto repugnante) es, cuando menos parcialmente, cierta: quizá no todos, pero la inmensa mayoría de los hombres sí que son iguales.
La mujer juiciosa sabe de qué habla: se ha enamorado de muchos, y todos, indefectiblemente y por mucho que lo adornen, en el fondo ligan con ella llevados por la lubricidad. Lubricidad a la cual ella cede a menudo porque (es forzoso reconocerlo) desde muy pequeña ha sido terriblemente enamoradiza y el amor la embriaga dé tal manera que no bien un hombre le pasa el brazo por los hombros, le besa el lóbulo de la oreja y le pone la mano entre las piernas, por más que abra la boca para decir que no, nunca le dice el no siempre dice que sí.

-Sí lees al escritor catalán Quim Monzó, por momentos piensas que el tipo te está tomando el pelo. Sí, inclusive, te lo tomas muy en serio quedarás con la sensación que sus breves relatos ya los has escuchado muchas veces.
Miles de veces.
Pero, claro con sus pasajes desvariados y sus giros algunos alocados la cuestión no es tan simple. Es que para este literato que provoca hasta las pasiones más visceralmente bajas, al ser acusado de descarado plagio en algunos de sus artículos periodísticos, las historias más comunes pueden ser reorientadas hacia lo particular y grotesco.
Y el tipo, en eso se “maneja”.
El cuento que arriba está citado, pertenece a la antología “El porqué de las Cosas”, editado bajo el alero de Anagrama.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

el cuento raro, algo insistente.

Die Walküre dijo...

Vaya...si que es un cuento extraño,el estar juntos y compartirse para despues volver a una situación de celos...más que una acuerdo parece un juego...
Aunque de igual manera me parece interesante las vías que propone este autor...
Cuidate mucho
Te dejo un beso
Auf Wiedersehen!

Leslifer dijo...

Lendo, que tengas y muuuuuuuuuuy feliz año, que todos tus proyectos se hagan realidad.

Un beso gigante.
Cuidese.